3.08.2014

Universo Celestial

Llora la gardenia entre aromas de ensueños; torna la mariposa en su capullo de seda y una blanca tarde te recuerda en el pórtico; la nieve se derrite en los pozos como tu nombre; bajo el sol, los cristales del horizonte cuelgan en la soledad del tiempo. Las horas bostezan en los balcones silentes; los fantasmas enmudecen en busca de tu sonrisa; nada alivia la pena de tu ausencia en una casa fría y vacía. Una cítara rompe la armonía del ocaso y una lágrima reluce en un lienzo de tristeza. La penumbra invade el mundo a mi costado; olvido la magia de los jeroglíficos, la tentación de los resucitados y la flor que gira sobre el regazo del Buda. Mis manos cogen agua de un manantial alucinado, donde tu reflejo aparece como una estrella en tímida danza y siento que la vida es un vals en las constelaciones de Strauss. Me abrazo a la riqueza de tus virtudes, a las campanas de tu alma, y nazco en la cúspide de todo lo sagrado que brota de tu universo celestial.